jueves, 22 de julio de 2010

Virtualmente paternales...

En los albores de los ya lejanos años 50s en la que realmente se comenzó la popularización de ese nuevo "artilugio" denominado "Tele-Visión", se alzaron mil y un voces en las que se trataba de disuadir a los posibles compradores de la “caja idiota” (llamada así por ellos), argumentando incluso vía películas que -”...secaría el cerebro de el espectador o lo volvería un idiota”.

Escritores realmente serios y renombrados como un Ray Bradbury, autor de Farenheith 451 (novela que precisamente ataca al en aquel entonces naciente medio), se declararon formalmente enemigos de la Tele-Visión por razones similares.

Cuando a mediados de los 90s llegó a el gran público esta maravilla que se llama Internet, de manera muy similar lerdos y eruditos de todo el mundo alzaron la voz para gritar a los cuatro vientos que -”...la Internet es un medio altamente nocivo, que permite a locos y pervertidos mostrar y divulgar su enfermedad”-. También hubo quienes opinaron que dicho medio crearía hordas de “zombies” que pasarían la totalidad de su tiempo delante de monitores, teclados y dispositivos punteros (mouse para los cuates).

No niego que en sus inicios la Internet al principio sí fue utilizada como refugio psicológico catártico para muchos locos y para muchos maniaco-depresivos, pero conforme la Internet fue evolucionando esa gente ya sin nada que decir y con un público harto de todo eso, ya es hoy un medio multi-direccional de comunicación y un medio excelente para hacer negocios.

Hoy me parece ya fuera de todo lugar lo que pretenden hacer supuestos “connotados científicos de prestigiosas universidades”, como es el caso de Tracey Alloway, científica adscrita a la Universidad de Stirling, Escocia.

La Doctora Alloway ha realizado una investigación sobre el impacto que tienen algunos servicios en línea respecto de la forma en que los niños manejan información. Según Alloway, la denominada "memoria de trabajo" - es decir, la capacidad de recordar y aplicar la información aprendida - es un criterio de éxito superior incluso a las mediciones de coeficiente intelectual.

En sus investigaciones, la científica concluye que los niños que juegan videojuegos con elementos analíticos y estratégicos desarrollan una buena memoria. El mismo efecto positivo se observa en el juego Sudoku y en Facebook. Según Alloway, los elementos de interacción y seguimiento de amigos en la red social Facebook tiene un efecto positivo en la memoria y el aprendizaje.

En contraste, los beneficios de Twitter en términos de memoria y aprendizaje son inexistentes. Su conclusión es que los textos de Twitter son tan breves que no estimulan el cerebro. El mismo efecto negativo en la "memoria de trabajo" se observaría entre los usuarios de YouTube.

"En Twitter se reduce la concentración y el usuario no usa el cerebro al manejar la información que está recibiendo", escribe Alloway en su informe.

Por último, Trace Alloway escribe que incluso el uso de mensajes de texto, sms, pueden reducir la inteligencia, en tanto que la exposición prolongada y continua a la TV puede resultar en ADHD (Síndrome de Déficit de Atención con Hiperactividad).

Yo la verdad no paro de asombrarme cómo los seres humanos estamos convirtiéndonos en una raza de gente que sobre protege a la gente, o al menos pretendemos hacerlo.

No estoy en contra de que el ser humano que es consciente de algo que está mal para los demás seres humanos, nos advierta de ello para evitar un problema mayúsculo. Pero definitivamente creo que estamos cayendo en el exceso de no permitir a otros seres humanos experimentar por si mismos una nueva experiencia, y que seamos cada uno de nosotros los que forjemos nuestro criterio acerca de algo.

¿Conclusión? No permitamos que “connotados científicos de prestigiosas universidades” nos nieguen nuestro derecho inalienable a probar y cometer errores. Creo que etiquetar a algo como “bueno” o “malo” no debe de ser y peor aún, que hagamos caso a esas etiquetas.

Invito a todos a que experimentemos esta nueva generación del uso de la Internet. Entremos a Twitter, Facebook o cuanta opción de Red Social deseemos. Que seamos NOSOTROS y solo NOSOTROS, cada quién, quien determine qué es lo que le conviene y en qué “dosis”.

Basta de intentar normar la conducta de los seres humanos por un tal vez honesto afán de protegernos de algo “nocivo”. No nos subestimemos ni tampoco empleemos ese síndrome del “Superheroe” para “luchar por la justicia, la libertad y las buenas costumbres”.

Qué viva pues una Internet realmente libre y productiva.

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